
Los cardenales vencieron 1-2 al Medellín en el Atanasio Girardot y levantaron su décima estrella en la Liga BetPlay.
Crónica de un rugido épico
En la noche que debía ser de Medellín, el que se adueñó del cielo fue Santa Fe. En el calor del Atanasio, entre la pasión de dos hinchadas que llevaban años esperando este momento, el corazón venció a la localía, y ese corazón tuvo nombre propio: Hugo Rodallega.
El 1-1 parcial parecía alargar la historia, tensar los nervios, hasta que apareció el alma rota de un guerrero. Rodallega, con el cuerpo roto pero el espíritu intacto, encontró en su agonía la inspiración para firmar un gol que ya es leyenda. Minuto 77. Hugo caminaba con lo que le quedaba. Se fue quedando sin pierna, pero no sin coraje. Edwar López lo entendió todo: arrastró rivales como si tuviera imán en los pies, lo miró y le dijo sin palabras “es tuyo”. Y Rodallega, desde su alma herida, impactó el balón como si fuera la última vez.
La red tembló, el estadio enmudeció, y Bogotá explotó de alegría.
Santa Fe era campeón.
El partido
Medellín, arropado por su gente, intentó mandar desde el inicio. Dominó tramos, creó peligro, y puso a prueba a Marmolejo. Pero el gol parecía tener miedo de vestirse de rojo paisa. Santa Fe, en cambio, fue pura resistencia y luego contraataque: defendió con dientes y atacó con garras.
Cuando Chaverra rompió líneas y disparó como si el arco le perteneciera, Marmolejo respondió con reflejos de final. No entró. No aún. Porque este no era el cuento del Medellín. Esta era la historia del León. Y del León herido que no se rinde.
Una estrella con alma
Santa Fe levanta su estrella número 10, la que tiene nombre de lucha, de entrega y de redención. Rodallega, que no nació en Santa Fe, se fue tatuado con una corona de campeón en el alma, porque jugó con el corazón cuando ya no le respondían los músculos.
Medellín, otra vez, ve esfumarse el título en casa. Doloroso, sí, pero digno. Peleó, intentó, pero esta vez le tocó ser testigo de una noche épica.